viernes, 19 de julio de 2013

Biblia-Salmos

Cuando estés triste
Salmo 34
1  Bendeciré a Yahveh en todo tiempo,
   sin cesar en mi boca su alabanza;
2  en Yahveh mi alma se gloría,
   ¡óiganlo los humildes y se alegren!
3  Engrandeced conmigo a Yahveh,
   ensalcemos su nombre todos juntos
4  He buscado a Yahveh, y me ha respondido:
   me ha librado de todos mis temores.
5  Los que miran hacia él, refulgirán:
   no habrá sonrojo en su semblante.
6  Cuando el pobre grita, Yahveh oye,
   y le salva de todas sus angustias.
7  Acampa el ángel de Yahveh
   en torno a los que le temen y los libra.
8  Gustad y ved qué bueno es Yahveh,
   dichoso el hombre que se cobija en él.
9  Temed a Yahveh vosotros, santos suyos,
   que a quienes le temen no les falta nada.
10  Los ricos quedan pobres y hambrientos,
    mas los que buscan a Yahveh de ningún bien carecen.
11 Venid, hijos, oídme,
   el temor de Yahveh voy a enseñaros.
12 ¿Quién es el hombre que apetece la vida,
   deseoso de días para gozar de bienes?
13 Guarda del mal tu lengua,
   tus labios de decir mentira;
14 apártate del mal y obra el bien,
   busca la paz y anda tras ella.
15 Los ojos de Yahveh sobre los justos,
   y sus oídos hacia su clamor,
16 el rostro de Yahveh contra los malhechores,
   para raer de la tierra su memoria.
17 Cuando gritan aquéllos, Yahveh oye,
   y los libra de todas sus angustias;
18 Yahveh está cerca de los que tienen roto el corazón.
   Él salva a los espíritus hundidos.
19 Muchas son las desgracias del justo,
   pero de todas le libera Yahveh;
20 todos sus huesos guarda,
   no será quebrantado ni uno solo.
21 La malicia matará al impío,
   los que odian al justo lo tendrán que pagar.
22 Yahveh rescata el alma de sus siervos,
   nada habrán de pagar los que en él se cobijan


Cuando estés triste
Juan 14
   1 «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.2 En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. 3 Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.4 Y adonde yo voy sabéis el camino.»
   5 Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» 6 Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. 7 Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
   8 Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» 9 Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? 10  ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. 11  Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.
   12 En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. 13  Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14  Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. 15  Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; 16  y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, 17  el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. 18  No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. 19  Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. 20  Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. 21  El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»
   22 Le dice Judas —no el Iscariote—: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?»23  Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. 24  El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. 25  Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. 26  Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.
   27 Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. 28  Habéis oído que os he dicho: “Me voy y volveré a vosotros.” Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 29  Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. 30  Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; 31  pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí.»



Cuando estés triste
2 Corintios 1, 3-6
    3 ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de toda consolación, 4 que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios! 5 Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación. 6 Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos.


Cuando los demás te fallen
Salmo 27
1  Yahveh es mi luz y mi salvación,
   ¿a quién he de temer?
   Yahveh, el refugio de mi vida,
   ¿por quién he de temblar?
2  Cuando se acercan contra mí los malhechores
   a devorar mi carne,
   son ellos, mis adversarios y enemigos,
   los que tropiezan y sucumben.
3  Aunque acampe contra mí un ejército,
   mi corazón no teme;
   aunque estalle una guerra contra mí,
   estoy seguro en ella.
4  Una cosa he pedido a Yahveh,
   una cosa estoy buscando:
   morar en la Casa de Yahveh,
   todos los días de mi vida,
   para gustar la dulzura de Yahveh
   y cuidar de su Templo.
5  Que él me dará cobijo en su cabaña
   en día de desdicha;
   me esconderá en lo oculto de su tienda,
   sobre una roca me levantará.
6  Y ahora se alza mi cabeza
   sobre mis enemigos que me hostigan;
   en su tienda voy a sacrificar.
   sacrificios de aclamación.
   Cantaré, salmodiaré a Yahveh.
7  Escucha, Yahveh, mi voz que clama,
   ¡tenme piedad, respóndeme!
8  Dice de ti mi corazón:
   «Busca su rostro.»
   Sí, Yahveh, tu rostro busco:
9  No me ocultes tu rostro.
   No rechaces con cólera a tu siervo;
   tú eres mi auxilio.
   No me abandones, no me dejes,
   Dios de mi salvación.
10 Si mi padre y mi madre me abandonan,
   Yahveh me acogerá.
11 Enséñame tu camino, Yahveh,
   guíame por senda llana,
   por causa de los que me asechan;
12 no me entregues al ansia de mis adversarios,
   pues se han alzado contra mí falsos testigos,
   que respiran violencia.
13¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad de Yahveh
   en la tierra de los vivos!
14 Espera en Yahveh, ten valor y firme corazón,
   espera en Yahveh.
Si te sientes solo o con miedo
     Salmo 22
1  El Señor es mi pastor, nada me falta.
2  Por prados de fresca hierba me apacienta.

   Hacia las aguas de reposo me conduce,
3  y conforta mi alma;
   me guía por senderos de justicia,
   en gracia de su nombre.

4
  Aunque pase por valle tenebroso,
   ningún mal temeré, porque tú vas conmigo;
   tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.

5
  Tú preparas ante mí una mesa
   frente a mis adversarios;
   unges con óleo mi cabeza,
   rebosante está mi copa.

6
  Sí, dicha y gracia me acompañarán
   todos los días de mi vida;
   mi morada será la casa de Yahveh
   a lo largo de los días.
Para dar gracias a Dios
     Salmo 19
1  Los cielos cuentan la gloria de Dios,
   la obra de sus manos anuncia  el firmamento;
2  el día al día comunica el mensaje,
   y la noche a la noche trasmite la noticia.

3  No es un mensaje, no hay palabras,
   ni su voz se puede oír;
4  mas por toda la tierra se adivinan los rasgos,
   y sus giros hasta el confín del mundo.
   En el mar levantó para el sol una tienda,
5  y él, como un esposo que sale de su tálamo,
   se recrea, cual atleta, corriendo su carrera.
6  A un extremo del cielo es su salida,
   y su órbita llega al otro extremo,
   sin que haya nada que a su ardor escape.
7  La ley de Yahveh es perfecta,
   consolación del alma,
   el dictamen de Yahveh, veraz,
   sabiduría del sencillo.
8  Los preceptos de Yahveh son rectos,
   gozo del corazón;
   claro el mandamiento de Yahveh,
   luz de los ojos.
9  El temor de Yahveh es puro,
   por siempre estable;
   verdad, los juicios de Yahveh,
   justos todos ellos,
10 apetecibles más que el oro,
   más que el oro más fino;
   sus palabras más dulces que la miel,
   más que el jugo de panales.
11 Por eso tu servidor se empapa en ellos,
   gran ganancia es guardarlos.
12 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
   De las faltas ocultas límpiame.
13 Guarda también a tu siervo del orgullo,
   no tenga dominio sobre mí.
   Entonces seré irreprochable,
   de delito grave exento.
14¡Sean gratas las palabras de mi boca,
   y el susurro de mi corazón,
   sin tregua ante ti, Yahveh,
   roca mía, mi redentor.
Para la Cuaresma
Salmo 50
3  Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
   por tu inmensa compasión borra mi culpa;
4  lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
5  Pues yo reconozco mi culpa,
   tengo siempre presente mi pecado:
6  contra ti, contra ti solo pequé,
   cometí la maldad que aborreces.
   En la sentencia tendrás razón,
   en el juicio resultarás inocente.
7   Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.
8   Te gusta un corazón sincero,
   y en mi interior me inculcas sabiduría.
9   Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
   lávame: quedaré más blanco que la nieve.
   Hazme oír el gozo y la alegría,
   que se alegren los huesos quebrantados.
11  Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
12  Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
    renuévame por dentro con espíritu firme;
13  no me arrojes lejos de tu rostro,
    no me quites tu santo espíritu.
14  Devuélveme la alegría de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso:
15  enseñaré a los malvados tus caminos,
    los pecadores volverán a ti.
16  Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia.
17  Señor, me abrirás los labios,
    y mi boca proclamará tu alabanza.
18  Los sacrificios no te satisfacen:
    si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
19  Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
    un corazón quebrantado y humillado,
    tú no lo desprecias.
20  Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
    reconstruye las murallas de Jerusalén:
21  entonces aceptarás los sacrificios rituales,
    ofrendas y holocaustos,
    sobre tu altar se inmolarán novillos